La becada, Scolopax rusticola, Linnaeus, 1758, (Etimológicamente “palo puntiagudo”) es la única limícola forestal de Europa; del mismo Género Scolopax existen otras siete especies: una en Norteamérica, migratoria, y seis en el Sudeste Asiático, sedentarias.
Todas forman parte del vasto Orden de los Charadriiformes, que incluye tanto a las gaviotas como a todas las limícolas y de la Familia Scolopacidae, junto con las agachadizas, zarapitos, agujas y correlimos.
En España y dependiendo de la región se la conoce con distintos nombres. Sorda en Cantabria y País Vasco, oilagorra en euskera, arcea en Asturias y Galicia, gallineta en Andalucía, cega en Baleares, pitorra y chocha perdiz en Castilla.
Es un ave de tamaño mediano (30-35 cm y 300-350 gr) y aspecto robusto y compacto. Dos rasgos la diferencian: su pico largo (67-80 mm) y sus grandes ojos negros situados en la parte superior de la cabeza. El carácter táctil y móvil del pico en el extremo de su mandíbula superior hace que el método para alimentarse tenga más de componente táctil que visual. La posición de sus ojos le permite un campo de visión de 360°, pero dificulta su visión frontal. Las patas son muy finas, con dedos delgados y uñas también finas y cortas. A diferencia de otros miembros de la misma familia (Scolopacidae), que viven en áreas abiertas y húmedas (Por ejemplo, prados inundados, playas de arena), la becada, de bosque y tierra más seca, tiene patas cortas, con plumas que cubren completamente el tibio-tarso, parcialmente desnudo en las otras especies. Las alas son anchas y redondas (50-60 cm de envergadura), y su plumaje, que se compone de un jaspeado de marrones, grises, blancos y negros, le proporciona un perfecto camuflaje en su entorno. Cabe resaltar que no presenta dimorfismo sexual.
El color general está perfectamente adaptado a la maleza, donde pasa la mayor parte del tiempo, con las partes dorsales más oscuras y moteadas de negro y varios tonos de marrón y gris, haciéndola prácticamente invisible estando de pie en el suelo. Por otro lado, el vientre, beige claro y finamente barrado, en vuelo se confunde con el cielo entre las ramas (Defensa frente a los depredadores). En la cabeza destacan cuatro bandas negras transversales que le dan un aspecto característico junto con la línea oscura que, desde la base del pico, va hacia atrás por los ojos. Esta librea, bastante modesta, sin embargo es muy elegante e individualmente muy variable, incluso en los detalles.
En este sentido, destacan las numerosas anomalías cromáticas determinadas mayoritariamente por la ausencia y/o dilución de los pigmentos (eumelaninas = negros; feomelaninas = marrones; amarillo/rojizos = carotenoides) debidas a mutaciones. El resultado son becadas totalmente blancas (ausencia de pigmentos), parcialmente blancas, blancas salpicadas de zonas negras, beige (Conocidas en Francia como “isabelle… del color del camisón de la reina Isabel de Castilla que nunca cambió por un voto y por lo tanto se convirtió en ese tono). Más raras son las becadas “melánicas” con un aumento, en grandes áreas del plumaje, de las eumelaninas hasta parecer casi negras.
Su vuelo es muy potente. Gracias al anillamiento y al seguimiento de aves marcadas con dispositivos GPS se conocen individuos que han recorrido, solo en la migración prenupcial, casi 6.500 km, hasta sus territorios de anidación de Siberia, más allá de los Urales. Sin embargo, de media cubren alrededor de 3.000 km en cada viaje de ida o vuelta. Frente a estos ejemplares migratorios hay poblaciones casi sedentarias en la Península Ibérica, Francia, Gran Bretaña, en Canarias y Azores. Del análisis de sus alas es posible averiguar su edad basado en el estado de muda (Jóvenes del año y adultos nacidos en los años anteriores) que influye en la forma, color y desgaste de algunas plumas.
La cola corta puede abrirse como un abanico cuando se siente excitada (Frente a un peligro o en encuentros entre los sexos) destacando fuertemente los ápices inferiores blancos, brillantes y puntiagudos.
La becada es una nidificante temprana (En Europa occidental tiene un máximo a finales de marzo) En su amplísima área reproductiva, ocupa todas las zonas boscosas entre el Atlántico y el Pacífico a través de todo el norte de Eurasia. Los machos dominantes, llegados a principios de la primavera, ocupan los mejores territorios en los que exhiben diariamente, a la hora del crepúsculo, un cortejo nupcial aéreo (Con un significado sexual y territorial), muy típico y útil para que los investigadores censen anualmente la tendencia de las poblaciones nidificantes.
Este comportamiento se define con nombres específicos en los diferentes países: en Europa occidental se adopta comúnmente el término francés “croule”, onomatopeya del reclamo principal (Croar, casi como una rana con ronquera) que emite continuamente el macho en estas ocasiones, sigue el término inglés “roding”, el ruso “tijaga” (En ruso puede definirse correctamente como “la Gran Madre de las becadas”) o en alemán “balz-flug”. El apareamiento tiene lugar en el suelo.
Los cuatro huevos pardos moteados se depositan en una simple depresión en el suelo, en la maleza; atendidos sólo por la madre, eclosionan después de unos veinte días y las crías son nidífugas. Son alimentados en sus primeros días por la madre. Después de unos cuarenta días tienen un aspecto casi definitivo y son independientes. La madre, en casos de emergencia, puede llevar a los polluelos en vuelo, por distancias cortas, sujetándolos contra el vientre entre los muslos.
Los ejemplares son extremadamente fieles (Filopatria o Homing) a sus lugares de invernada, que van desde las costas del Mediterráneo y el Mar Negro hasta toda la fachada atlántica, tratando de escapar de su peor enemigo (Las heladas prolongadas e intensas) que pueden elevar la mortalidad por inanición después de una semana de ayuno.
De hecho, la becada es un migrante que se puede definir como “climático”, influido por las condiciones meteorológicas, por lo que las migraciones son reducidas y tardías en otoños e inviernos suaves gracias a la prolongada disponibilidad de alimento. Además, sus movimientos no van más allá del Ecuador y por el oeste se detienen al norte del Sahara, mientras que por el este las poblaciones siberianas pueden llegar a Indochina.
La migración otoñal tiene lugar en un amplio frente. Sin embargo, destacan importantes pasillos con mayor concentración de aves a lo largo de las costas, valles de grandes ríos o pasos en importantes cadenas montañosas.
En Europa occidental el pasillo migratorio principal (NE-SW) desemboca desde Rusia en la fachada atlántica y luego desde Gran Bretaña hasta el norte de África, a través de Francia y la Península Ibérica, mientras que otros corredores más directos de norte a sur involucran a Italia, los Balcanes y Asia Menor.
La migración primaveral suele ser más directa y tiene lugar desde mediados de febrero hasta finales de abril, obviamente con diferentes picos según los destinos y lugares de observación.
El enorme interés cinegético ha aumentado en las últimas décadas en Europa tras la drástica disminución de muchas especies sedentarias de caza menor y facilitado por la simplificación de los desplazamientos de los cazadores a otros países. Esto se traduce en una gran presión cinegética, calculada para Europa en de 3 a 5 millones de individuos cazados anualmente, creando la premisa para el desarrollo urgente de un sistema de monitorización de las tendencias de la población y del éxito reproductivo anual sobre el cual calibrar las capturas. Una tarea nada sencilla, sobre la que se devanan los sesos investigadores y aficionados que se preocupan por la gestión de la conservación de este patrimonio. En este marco encaja el trabajo desarrollado en La Casa de la Becada de Garralda.