Muy buenas. Siguiendo con la recopilación de contenidos pendientes de la temporada pasada, rescatamos este post sobre lo que han sido las actividades de anillamiento en Garralda, pero esta vez con otra especie como objetivo, la codorniz común o coturnix coturnix.
Esta pequeña galliforme de unos 90 gramos de peso, a pesar de su aspecto rechoncho y débil es capaz de volar largas distancias durante sus viajes migratorios que le llevan del África subsahariana hasta el Norte de Europa.
A pesar de los múltiples peligros que la acechan, principalmente la degradación de sus hábitat debido a las prácticas agrarias modernas y al cambio climático, junto con una actividad cinegética poco adaptada a la modificación de sus poblaciones, la codorniz sobrevive gracias a su gran capacidad reproductora. Esta por ver si dicha capacidad es suficiente para compensar a largo plazo estas amenazas.
Como decimos, un buen número de codornices que llegan a la Península Ibérica procedentes de África a principios de primavera se van desplazando hacia el Norte a medida que el calor y la cosecha del cereal las van expulsando. Para ello, atraviesan los Pirineos utilizando los collados que le son más favorables y aquí la zona de Garralda es un territorio clave.
Además, algunas codornices eligen estas frescas praderas pirenaicas para sacar sus polladas. En el mes de mayo se comienzan a escuchar los primeros reclamos de los machos, con su clásico “pal-pa- lá” y en junio se suele producir el pico migratorio. Una vez se siegan las hierbas, muchas de la codornices que estaban asentadas prosiguen el camino hacia el Norte o siguen ascendiendo en altitud hasta superar fácilmente los 2.000 metros, mientras que muchos machos también realizan movimientos de dispersión en distintas direcciones buscando otros territorios que alberguen hembras receptivas.
A partir de mediados de agosto se produce el movimiento inverso y las codornices que han pasado el verano en Europa poco a poco emprenden el viaje hacia sus cuarteles de invernada en África. En octubre ya pocas codornices quedan entre nosotros, aunque en los últimos tiempos también se aprecia una creciente sedentarización en ciertas zonas debido al cambio climático y algunos cultivos que les son favorables.
Durante la primavera aprovechamos para realizar alguna sesión de anillamiento de codornices en Garralda. Esta temporada, muy probablemente debido a la gran sequía que ha habido en el Sur y Centro de la Península, las codornices se han visto obligadas a subir antes y en mayor número, lo que ha redundado en unas jornadas de anillamiento bastante fructíferas, bastante por encima de los resultados de 2022.
Las capturas son marcadas con una anilla metálica con un código numérico único. También son sexadas, pesadas, se toman distintas medidas biométricas, además de una valoración de la grasa y masa muscular corporal. Por último de determina su edad para conocer si se trata de un ejemplar joven o adulto. Si se caza una codorniz los datos pueden ser volcados en la web de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que responderá con los datos de anillamiento del ejemplar capturado.
Esperamos que estos ejemplares marcados proporcionen una valiosa información sobre las dinámicas de población y desplazamientos de estas simpáticas avecillas y estos trabajos aporten un pequeño grano de arena que aporte algo de luz para que la gestión de esta especie sea sostenible.
Permaneced atent@s porque en fechas próximas seguiremos subiendo más contenidos al Blog.