Muy buenas. Hace pocas semanas terminamos la campaña de anillamiento de becadas en Garralda, pero las actividades no paran. El fin de semana del 28 y 29 de mayo hemos celebrado la XXII Asamblea del Club de Cazadores de Becada en el valle de Aezkoa y aprovechando la coyuntura también se han realizado las primeras sesiones de anillamiento de codorniz.
Esta actividad científica primaveral queremos que sea complementaria a los trabajos que se están desarrollando en Garralda alrededor de la becada en otoño e invierno, destacando que el potencial de la zona como corredor migratorio la hace muy adecuada para observar los movimientos de las codornices. Una especie que, por otro lado, últimamente está en el candelero por las distintas corrientes o teorías sobre el estado de sus poblaciones y por ello ahora más que nunca es necesario recabar la mayor cantidad de información posible de cara a implementar las mejores medidas de gestión.
En estás primeras salidas no teníamos mucha confianza de cara a poder capturar alguna “africana”, por las fechas tempranas, además el fresco y fuerte viento del Norte no parecía ser el mejor aliado para que estas avecillas recalaran en los prados pirenaicos. Sin embargo, la sorpresa saltó cuando nada más llegar a los prados escuchamos el clásico pal pa lá que emiten los machos de codorniz.
Al instante ya estábamos desplegando la red y poniendo a funcionar el reclamo. Acto seguido uno de los machos que estaban en la inmediaciones no dudo un momento en acudir al reclamo y cayó en la red. Tras ser anillada, pesada y medida, la codorniz era liberada, es muy posible que sea la primera de estas aves marcada en Garralda. Esperamos que muchas otras vengan detrás y proporcionen una gran cantidad de información sobre los desplazamientos migratorios de esta enigmática gallinácea.
Este otoño se reiniciaba con gran ilusión el proyecto de nuestra casa de Garralda tras el paréntesis que supusieron las restricciones de movilidad causadas por la pandemia en la temporada anterior. Ya en octubre celebramos la primera prueba del Máster CCB en Garralda, junto con las primeras Jornadas de la Becada, con gran éxito de público y presencia de becadas, tal y como resumíamos en la revista de noviembre.
Tras aquellos días de frenesí se retomaban en noviembre las jornadas de anillamiento y censos de becada con perro que centran las labores de otoño e invierno en Garralda.
Resumen meteorológico, una temporada de extremos
Como el año pasado y para realizar el análisis meteorológico del otoño/invierno en La Casa de la Becada tomamos los datos de dos estaciones oficiales próximas, dado que Garralda no cuenta con una propia. Por un lado tenemos la estación de Aribe, situada a 2 kilómetros al este de Garralda, a 701 metros de altitud y por otro, la de Aurizberri/Espinal, a 7 kilómetros hacia el oeste y a 871 metros, ambas estaciones propiedad del Gobierno de Navarra y AEMET.
En las dos localidades la temperatura media del mes de octubre fue casi 1ºC más baja que la media y tan solo llovió un 40% de la media histórica. Esta sequía podría haber marcado el devenir de la temporada, ya que el terreno al principio del otoño estaba francamente seco y con ello muy comprometida la capacidad de acogida para las becadas.
En contraste, noviembre resulto ser especialmente húmedo, con un 35% más de precipitaciones que la media (235 mm. en Auritzberri/Espinal) y frío, más de 1ºC por debajo de los valores medios. Entre el 27 y 29 de noviembre se registraron fuertes precipitaciones de nieve, con más de medio metro de espesor acumulado en los montes.
En cuanto a diciembre, las precipitaciones podemos calificarlas de torrenciales, ya que supusieron un 224% de los valores medios, distribuidos en solo treces días de lluvia o nieve, lo que dio como resultado fuertes inundaciones. En la estación de Aurizberri/Espinasl se registraron 381 mm de precipitación., de los cuales 111 mm. cayeron en 24 horas.
Con enero llegaron las heladas, con 23 jornadas registrando temperaturas por debajo de 0ºC. El observatorio de Aurizberri/Espinal dio una temperatura mínima de -10,5ºC. Las precipitaciones volvieron a ser superiores a la media, aunque otra vez concentradas en pocos días a principios de mes.
Todo lo contrario sucedió en febrero, al ser especialmente cálido, 5ºC por encima de la media y muy seco, con valores de precipitación inferiores al 30% del promedio histórico.
Por último, marzo mostró temperaturas superiores a la media y precipitaciones otra vez por debajo de los valores considerados normales.
En resumen, la meteorología como es habitual en una especie migratoria como la becada ha condicionado en gran medida la presencia de estas aves en La Casa, en este caso por un otoño/invierno marcado por los fenómenos meteorológicos extremos en el que a un fuerte sequía le han seguido nieve y lluvias torrenciales. El defecto de precipitaciones en octubre junto con las fuertes nevadas a finales de noviembre (En plena migración de las becadas) y las lluvias torrenciales de diciembre no han contribuido a una presencia elevada de becadas.
El factor “rata topera”
Como decimos, la sequía del arranque del otoño no presagiaba un buen estado de las praderas de alimentación de las becadas. Así lo constatamos en las primeras salidas de anillamiento, ya que la tierra de las praderas parecía auténtica arena. Pero además se apreciaban algunos prados seriamente dañados por la acción de un pequeño animal que en los últimos años se está haciendo notar en el Pirineo Navarro.
Se trata de la rata topera (Arvicola terrestris), un roedor de tamaño mediano. Según señala la revista Navarra Agraria estamos ante una especie que construye madrigueras subterráneas cuya entrada cierra con un montículo de tierra similar al de los topos pero de tamaño ligeramente menor y con entrada diagonal en lugar de vertical. Además, los montones construidos por la rata topera se distribuyen en pequeñas agrupaciones a modo de “corros”, en lugar de alineadas como sucede en el caso de las madrigueras de los topos, lo que permite diferenciar fácilmente a ambas especies. Se alimenta tanto de raíces y bulbos como de partes aéreas de plantas pratenses.
Lo cierto es que muchos prados estaban casi impracticables, con gran parte del terreno levantado, lo que en un primer vistazo no creemos que los hiciera muy apetecibles para las becadas. La abundancia de toperas también dificultaba la localización de las becadas, unido a que los agujeros causados por tejones en busca de estos roedores eran un serio peligro para los tobillos de los anilladores.
Si esto no fuera suficiente hemos notado una sorprendente densidad de zorros, gatos monteses y tejones, además de rapaces nocturnas (Cárabo y búho chico), probablemente atraídos por la abundancia de ratas toperas. Si bien en ningún momento se ha percibido que ataquen a las becadas, más bien ignoran a estas aves, también es cierto que tal cantidad de potenciales predadores no ayudará a que haya pájaros en los prados.
Anillamiento
Se iniciaba la temporada de anillamiento con la díficil expectativa de acercarnos a los espectaculares resultados de la anterior temporada.
La primera sesión se realizó el 13 de octubre, como decía, constatando la coyuntura de un terreno excesivamente seco. El 27 de octubre se avistaba y capturaba la primera becada de la temporada.
A partir de esa fecha y con los prados en mejor estado por las primeras lluvias se sucedieron los avistamientos y capturas, todavía con cuentagotas, sin notarse una entrada masiva. Una clara señal de que el flujo migratorio no se estaba dirigiendo a Garralda fue que la gran mayoría de las becadas atrapadas eran ejemplares adultos, muchos anillados en anteriores temporadas.
Sin embargo, la noche del 14 de noviembre la tendencia dio un vuelco con una entrada brutal de pájaros, contando un total de 50 ejemplares. Mientras estábamos anillando las becadas otras sordas se posaban alrededor, indicando que estábamos asistiendo a la migración en directo. El hecho de encontrar bastantes becadas agrupadas y en lugares muy específicos también contribuía a interpretar que se trataba de ejemplares recién aterrizados y no asentados en la zona. En las jornadas siguientes se sucedieron las capturas, con una característica común, todas eran becadas jóvenes, al contrario de los que habíamos visto hasta la fecha. Unas noches para recordar.
Probablemente estas becadas venían huyendo del temporal de nieve que se avecinaba y ya la noche del 26 de noviembre notamos un bajón importante, justo con los primeros copos. Al día siguiente los prados se cubrían de una gruesa capa que duró casi hasta Navidad, por lo que la actividad de anillamiento se vio interrumpida.
Al contrario de lo acontecido en la temporada 2019/2020, en esta campaña no se han detectado nuevas entradas de becadas durante diciembre, por lo que la densidad de aves en este mes ha sido realmente discreta. En contraste, a lo largo de enero disfrutamos de una presencia mayor de ejemplares de los que a priori cabría esperar, por lo que poco a poco se va desmontando la teoría de la existencia de “zonas exclusivas de paso”. Si bien notamos en La Casa un fuerte flujo migratorio en determinadas fechas, no es cierto que las becadas desaparezcan fuera de esos días, al contrario, hay una nada despreciable cantidad de becadas que se quedan en Garralda a pasar el invierno.
Febrero ha sido un mes en el que poco a poco hemos notado un paulatino descenso de la densidad de becadas, reflejo de la contrapasa adelantada de esta temporada. En marzo la presencia de becadas en La Casa ha sido exigua, salvo un pequeño coletazo hacia el 12 de marzo. Ya a partir del 20 de marzo desaparecieron las becadas. El grueso de la migración primaveral este año ha pasado de largo.
En cuanto a cifras, en la campaña de anillamiento han participado cinco anilladores del Grupo Scolopax (Unai Gardoki, Zarbo Ibarrola, Rubén Ibáñez, Miguel Minondo y Daniel Ursua), invirtiendo un total de 82,4 horas (95 horas en 2020/21) distribuidas en 31 jornadas (36 jornadas en 2020/21). Este menor número de horas de muestreo viene dado principalmente por la nieve que cubrió las praderas de Garralda durante los últimos días de noviembre y buena parte de diciembre, lo que impidió las labores de anillamiento.
En total se han observado 286 becadas, lo que supone una clara disminución si lo comparamos con las 338 sordas encontradas en 2020/21. De estas becadas avistadas se lograron capturar 87 ejemplares, un 30,4% de efectividad. En la temporada 2020/21 entraron en la red 124 becadas, con una mayor efectividad del 37%. Seguramente esta caída del porcentaje de éxito a la hora de atrapar a las becadas se deba a la mayor proporción de ejemplares adultosy/o anillados en las campas y por lo tanto más resabiados.
Del total de becadas capturadas se han anillado 64 aves. El resto correspondían a ejemplares ya marcados en esta o anteriores temporadas. En 2020/21 se colocaron 114 anillas.
Como decimos, 23 de las 87 becadas atrapadas (10 en 2020/21) han sido pájaros anillados con anterioridad, lo que da un porcentaje de un 26,5% de recapturas. El tiempo medio durante el que han portado anilla estas becadas recuperadas por anillamiento ha sido de 431 días, con una gran horquilla que va desde un máximo de 3650 días a un mínimo de 2 días.
Si tomamos el dato de la proporción de recapturas (Becadas ya anilladas) en relación al número total de becadas atrapadas en Garralda y la comparamos respecto al resto de zonas prospectadas en Navarra esta temporada, tenemos que en La Casa de la Becada es de un 26,5%, mientras que para el resto de Navarra cae a un 9,12%. Esto da idea del importante papel que una reserva de caza juega como elemento de conservación de la población de becadas.
Más aún, en zonas de gran presión del norte de Navarra la proporción de becadas recapturadas durante la pasada temporada de caza ha sido de un escaso 1%.
En la Gráfica 2 se puede apreciar la evolución positiva del porcentaje de recapturas en Garralda desde que comenzó el trabajo de anillamiento en la temporada 2019/2020.
Para obtener el valor relativo de densidad de becadas nos fijaremos en el índice de abundancia nocturna (IAN1). Ésteha sido de 3,47becadas avistadas por hora de muestreo, lo que indica una bajada respecto al año 2020/21 en el que este valor fue de 3,53, lo que confirma que al menos en las praderas de anillamiento esta temporada fue peor que la anterior.
La proporción de jóvenes o âge-ratio entre las becadas anilladas se ha quedado en un 50,6% (55,75% en 2020/21 y 48% en 2019/20), valor que se puede considerar como bastante bajo, un 3% menor de lo observado para el resto de becadas anilladas esta temporada en Navarra fuera de La Casa.
En cuanto a las becadas anilladas en Garralda y recuperadas por caza en la temporada 2021/2022 tenemos siete ejemplares, el mismo número que el año pasado. Cinco de estas becadas habían sido anilladas en esta misma temporada y las otras dos lo fueron en la 2020/21. Como novedad, este año ha aumentado la distancia a la que han sido recuperadas las becadas por caza respecto a otros años, tan solo dos recuperaciones se ha realizado a menos de 15 kilómetros, siendo la distancia máxima respecto a Garralda de una becada cazada 336 kilómetros (Villaviciosa, Asturias), había sido anillada en marzo de 2021.
Tres de las becadas anilladas en noviembre fueron recuperadas por caza en áreas cercanas al mar Cantábrico (Gipuzkoa, departamentos franceses de Pirineos Atlánticos y Landas), posiblemente empujadas a estas zonas más templadas a causa de las nevadas de noviembre/diciembre.
Censos con perro
En lo que respecta a los censos de becadas con perro, lo cierto es que hemos mejorado las cifras de participación de la temporada pasada, pero creemos que es mejorable, en especial en la utilización de permisos reservados. De 460 jornadas de censos disponibles para toda la temporada se reservaron 138 permisos, pero finalmente se realizaron 62 censos, lo que constituye un 14% de “ocupación”. Los adjudicatarios de cada permiso se presentaron a perrear en Garralda en menos de la mitad de ocasiones. Para el año que viene intentaremos encontrar fórmulas para que mejore el grado de participación.
Del total de jornadas de censos realizadas se ha volcado información de 37 salidas en la aplicación del “Proyecto Becada”, por lo que hubo bastantes jornadas disfrutadas y que no se apuntaron o se hizo de manera errónea. Recordamos que introducir los resultados de la jornada de censo obviamente es un requisito para volver a participar en los mismos. Por tanto, tenemos un total de 124 horas de muestreo, en las que se han avistado 43 becadas. Así, la densidad de becadas media calculada mediante el ICA (Becadas vistas para una jornada teórica de 3,5 horas) se ha quedado en 1,21, valor que podemos considerar en la media de lo que puede dar la reserva, superando con creces el obtenido en la temporada 2020/21 que fue de 1,01.
Por meses, la mayor densidad de becadas se produjo en noviembre, con un ICA medio de 1,58, mientras la menor abundancia correspondió a octubre con un valor de 0,83.
Radioseguimiento
Allá por el mes de octubre anunciábamos la puesta en marcha de una iniciativa en Garralda mediante el marcaje de diez becadas con radiotransmisores, proyecto cuyo objetivo es obtener información más específica que la aportada por el anillamiento científico. La financiación de los aparatos corrió a cargo del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra. En esta ocasión apostamos por el producto de aquí, adquiriendo los transmisores a una empresa ubicada en Córdoba, Microsensory. Al tratarse de unos transmisores nuevos siempre tratamos de hacer un chequeo exhaustivo antes de tomar la decisión de ponérselos a una becada, al fin y al cabo se trata de un ser vivo que merece el máximo respeto y tratamiento ético.
El plazo establecido fijaba la fecha de colocación de los transmisores a finales de noviembre, pero las tempranas nevadas caídas retrasaron un mes la operación. No nos pareció conveniente someter a las becadas a una operación de tanto estrés en una época en la que no estaban al 100% de sus facultades a causa de la nieve y el frío.
Finalmente el 8 de enero y después de unas Navidades más templadas decidimos equipar dos becadas y ver su reacción. Para ello se desplazaron a Garralda Rubén e Izas (¡Gracias!!!) quienes se iban a encargar de colocar el aparato de 5 gramos a las becadas mediante una arnés diseñado específicamente para esta ave, a modo de mochila. El aparato emite gracias una batería cargada por unos paneles solares acoplados al propio dispositivo y su ubicación puede ser captada a través de un receptor consistente en una pequeña antena.
En poco más de media hora y tras intentarlo con varias sordas muy desconfiadas, conseguíamos atrapar dos ejemplares y comenzaba la operación de marcado. En apenas cinco minutos, un visto y no visto, gracias a la profesionalidad y habilidad de Rubén e Izas, las becadas ya estabas volando con sus pequeñas mochilas. Por un lado teníamos a una habitual de La Casa, había sido anillada en noviembre de 2020. Entonces ya era una becada adulta, por lo que podemos suponer que al menos este es su tercer invierno en Garralda.
La bautizamos como «IRATI» en honor a los fabulosos bosques que dan cobijo a nuestra amigas.
La otra becada, llamada “AEZKOA”, también era un individuo adulto, como ha sido habitual este año en Garralda, en este caso por el estudio de la muda de las plumas de sus alas podemos saber que se encuentra al menos en su cuarto año calendario de vida. Sus 315 gramos de peso le permiten llevar la mochila de 5 gramos con solvencia.
Durante las jornadas siguientes hubo nervios por saber si todo iba bien con las dos becadas y sus emisores daban señales de calidad. Pronto salíamos de dudas y la antena captaba la localización de “IRATI” en una zona baja del monte, entre acebos y avellanos y a un kilómetro escaso en línea recta del prado donde fue anillada. En el mes siguiente fue muy precisa en la elección de sus lugares de alimentación y descanso, salvo durante las noches de mayor helada en la que permaneció en el bosque. Es llamativo que las noches en las que ha salido a comer en campo abierto ha elegido el mismo palmo de terreno de pradera donde fue capturada.
En el caso de «AEZKOA» las primeras emisiones en los días siguientes las dio desde el fondo de una regata a escasos 500 metros del lugar donde fue marcada. Sin embargo y después de unos días de fuertes heladas perdimos su señal y el temor era que hubiese sido depredada o cazada. Para nuestro alivio, un dispositivo de búsqueda la localizaba unos días después a casi 4 kilómetros en línea recta. Probablemente las fuertes heladas de enero la habían obligado a refugiarse en una zona más baja y soleada. Allí ha permanecido hasta ahora, con pequeños desplazamientos a las praderas contiguas para alimentarse. De hecho, en las últimas jornadas de marzo permanecía en el mismo lugar, así que queda por descubrir si está retrasando la migración o se trata de una becada residente.
Volviendo a “IRATI”, el 8 de febrero captábamos por última vez su señal. Dado que durante los días posteriores ya se notó un primer movimiento de contrapasa creemos que esta becada partió rumbo al Norte a mediados de febrero.
No queremos dejar de agradecer a la Sección de Caza del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra por el apoyo a este estudio en La Casa de la Becada.
Esto ha sido todo durante el otoño e invierno por Garralda. A lo largo de abril y mayo se realizarán los censos de posibles becadas nidificantes, el “Proyecto Roding”, con la vista puesta en la temporada que viene, que promete ser mucho mejor.